"¡VALIÓ LA PENA TODO EL VIAJE!"

PEREGRINACIÓN DE TERCER AÑO DE PRIMARIA

Esto fue lo que dijo un compañero de tercero de escuela a otro, cuando se sentó en un banco, luego de dejar su regalo y su cartita a los pies de la Virgen de los Treinta y Tres, el pasado 25 de mayo, en su santuario de Florida.

Y fue una expresión que le salió del alma, que expresaba mucho más de lo que decía…

Es que una de las experiencias de la generación de Tercero es peregrinar hasta la casa de la Madre, imitando a San Ignacio peregrino cuando salió de Loyola buscando cambiar su vida, dejando atrás la de soldado del Rey para convertirse en soldado de Cristo. Así, Ignacio llega a Monserrat y ahí vela sus armas, es decir que le consagra y entrega su espada a la Virgen, y se viste de peregrino, tomando un bastón y poniéndose en camino a Tierra Santa. Imitando al santo, los chicos llevan un juguete que consideran valioso para ellos, y se lo ofrecen a la Virgen -luego será destinado a otro niño- y le expresan algo a través de una carta que han escrito, en clima de oración durante alguna hora de clase.

Como todas las experiencias de Primaria, los chicos son acompañados por alumnos más grandes (en este caso de Quinto y Sexto de Secundaria que pertenecen al del grupo de Animación), cultivando desde temprano el liderazgo como Ignacio lo vivió y enseñó. El aporte de estos alumnos es muy valorado por los más chicos y por los maestros también.

Otra cosa importante para destacar es el aporte de los padres de los niños, que un tiempo atrás realizaron dentro del colegio una pequeña peregrinación, haciendo la experiencia y familiarizándose con lo que sus hijos vivirían tiempo después por las calles de Florida. Como si les hubieran estado preparando el camino.

En el santuario, al final de la peregrinación, los chicos se ponen una camiseta pintada por su cuenta, que dice: “EN TODO AMAR Y SERVIR”, que es como la síntesis y culmen de la espiritualidad ignaciana, hacia donde chicos y grandes intentamos caminar. Este gesto imita algo de lo que Ignacio hizo en su momento, que fue entregar sus ropas de noble a un mendigo y ponerse ropa de peregrino. Un cambio exterior de lo que sería su cambio interior.

¡La verdad que fue una experiencia bellísima!, no solo por lo que movilizó -tanto a los chicos y adultos que acompañamos- sino que nos muestra que es posible enseñar, poco a poco, a "salir del propio amor, querer e interés" -como nos invitan los ejercicios espirituales- y que es fácil a escuchar a Dios, en la alegría que dejan los pequeños gestos de amor.

P. Germán Guidi, S.J.